No soy una isla
Viéndolo todo desde una perspectiva descarnada, huí de todo lo que conocía para venir a una isla desierta y no pienso volver.
Dejé mi casa, mi jardín y mi perro: ahora vivo aquí.
Estas imágenes son producto de un impulso, el de saber quién soy, dónde estoy, por qué aquí.
Asistiendo de nuevo a esa perspectiva cruda, estas imágenes, las de la piedra y el agua, representan el último centímetro de Manhattan en cada una de sus latitudes: norte, sur, este oeste.
Sí, todas asisten una compulsión obsesiva, incrédula incluso: necesitaba ver el final de Manhattan en todos sus polos para hacerme creer a mí mismo que estoy aquí, que esto es una isla y que tiene final.
Estas imágenes, las de la piedra y el agua, representan el último centímetro de Manhattan en cada una de sus latitudes: norte, sur, este oeste.
Por otro lado, las otras fotos, las de la piel y el vacío, son mi cuerpo y sus límites con el aire.
Estos son los límites de una isla
y los míos.
Pablo Íñigo Argüelles













